Lo que nadie me contó y deberías saber
Antes de viajar a Egipto, tenía clarísimo que quería ver templos, pirámides, desierto… pero lo del crucero por el Nilo me generaba dudas. Había leído de todo: que si era imprescindible, que si estaba súper masificado, que si era turístico a más no poder… Vamos, que no sabía si iba a ser una experiencia inolvidable o un rollo de cuatro días en un barco viejo.
Pero después de vivirlo, puedo decirte que me sorprendió muchísimo. Para bien.
En este post te cuento cómo fue mi experiencia real a bordo: desde los diferentes tipos de crucero que hay (porque sí, no todos son iguales), hasta cómo es el ambiente, qué tal se come, si se paga todo aparte o no, y cómo es eso de despertarte cada día en un sitio nuevo con templos impresionantes esperándote.
Si estás organizando tu viaje a Egipto y no sabes si incluirlo o no, sigue leyendo, que te lo cuento todo sin filtros.
Tipos de cruceros por el Nilo: ¿cuál elegir?
Cuando empezamos a mirar el crucero por el Nilo, me sorprendió ver la cantidad de categorías que hay… pero también lo confuso que resulta todo. Spoiler: la categoría A no es la mejor, aunque lo parezca por el nombre. De hecho, suele ser la opción más básica o low cost, así que ojo con eso cuando empieces a comparar.

Nosotros elegimos una motonave de categoría C, que sería una gama media. Tenía piscina, restaurante, terraza en la cubierta, zonas comunes y un camarote bastante decente. Pero también se notaba que el barco tenía sus añitos y había hecho muchísimos viajes. Nada grave, pero si eres un poco tiquismiquis con los detalles, se nota el paso del tiempo.
Mi recomendación es clara: elige la categoría más alta que puedas permitirte dentro de tu presupuesto. Se nota en la limpieza, la comida, el estado de las instalaciones y hasta en el ambiente a bordo. A veces, por un poco más, puedes pasar de un barco viejo con moqueta sospechosa a uno más cómodo y agradable.
Además de las motonaves estándar (que son la opción más común), hay otros tipos de crucero:
• Cruceros de lujo: suelen ser motonaves de categorías superiores o barcos renovados, con servicios más cuidados, mejor comida, camarotes más amplios… ideales si quieres una experiencia más cómoda o vas en un viaje especial.
• Dahabiyas: son embarcaciones pequeñas de vela, sin motor, muy tranquilas y exclusivas. No navegan de noche, así que tienen otro ritmo, más pausado. Perfectas si buscas una experiencia íntima y diferente (y te lo puedes permitir, claro).
En resumen, todos hacen prácticamente la misma ruta, pero el barco que elijas puede cambiar muchísimo cómo vives el viaje. Si vas a pasar cuatro noches a bordo, que sea en un sitio donde te sientas a gusto, ¿no?
Cómo es un barco por dentro y qué esperar del camarote

Antes de subir al barco, me imaginaba algo entre un hotel flotante y un camarote de ferry… y la verdad es que el resultado fue algo intermedio. Nuestro barco era bastante completo, y aunque se notaba el paso del tiempo, la distribución estaba bien pensada y era más cómodo de lo que esperaba.
El camarote tenía dos camas individuales, bastante juntas, con mesita en medio, dos sillones y una mesa baja junto a una ventana enorme que daba al exterior (no era balcón, pero las vistas eran geniales para ver el Nilo mientras navegábamos). También había una televisión en la pared, justo encima de un mueble tipo tocador, con espejo grande y un taburete, perfecto para dejar cosas o arreglarte un poco antes de las cenas.
El armario era amplio, con espacio para colgar ropa y algunas baldas, y el baño pequeño pero funcional, con una bañera, inodoro y lavabo con otro espejo grande. Se notaba que todo tenía ya sus años, pero estaba limpio y era más que suficiente para los días que pasamos a bordo.
Los enchufes eran como en España, así que no necesitas adaptador (detalle que se agradece). También tenía aire acondicionado, que, sinceramente, se agradece muchísimo en Egipto. Eso sí, el wifi del barco era de pago, y bastante caro para lo que ofrecía, así que la mayoría del tiempo tiramos de datos móviles cuando teníamos cobertura.
En cuanto al resto del barco, había varias zonas comunes: restaurante, bar, y la cubierta superior, donde estaba la piscina (pequeñita, pero suficiente para refrescarte), tumbonas y mesas con sillas para descansar, leer o simplemente ver cómo pasa el paisaje. Era el sitio ideal para disfrutar del atardecer.
En resumen: no es un hotel de cinco estrellas, pero si eliges bien la categoría y vas con expectativas realistas, es un espacio cómodo donde descansar entre templos y traslados. Y tener el Nilo justo ahí fuera de la ventana… eso sí que no tiene precio.
Comida a bordo: buffet diario, bebida aparte y un picnic para olvidar

Una de las cosas que más curiosidad me daba antes de subir al crucero era la comida. Me imaginaba cuatro días comiendo lo mismo o tirando de arroz blanco con algo… pero la verdad es que me sorprendió para bien.
Todas las comidas eran tipo buffet, tanto el desayuno como la comida y la cena, y aunque el estilo era bastante internacional, cada día había platos nuevos y se notaba que intentaban variar. No era alta cocina, pero estaba bien organizado y había opciones para todos los gustos.
El desayuno
Era bastante completo: tortillas hechas al momento, huevos cocidos, croissants, pan (aunque sin tostadora), algo de fruta, yogur, dulces, cereales… Vamos, que te podías montar un desayuno decente sin problema.
Ahora bien, el café era un horror (como en muchos sitios turísticos), pero también había té, leche y zumos, así que algo salvabas.
Comida y cena
Aquí es donde se notaba más el esfuerzo por variar. Siempre había varios platos principales, la mayoría con ternera o pollo, diferentes tipos de patatas cocinadas de mil maneras, arroz, pasta, verduras… Y una sección de postres enorme que te hacía volver a por “solo uno más” aunque ya estuvieras llena.
Una de las noches nos sorprendieron con cena típica egipcia, con platos más tradicionales y música en directo. Fue de los momentos más especiales del crucero.
Un apunte importante: en Egipto es mejor evitar el agua del grifo y también la fruta o verdura cruda que no puedas pelar tú misma, ya que puede estar lavada con agua no potable. No es por ser alarmista, pero la diarrea del viajero es muy común y te puede fastidiar el viaje. En el crucero, normalmente cuidan esto bastante, pero aún así yo preferí ir sobre seguro.
Las bebidas, aparte
Esto es algo que conviene saber antes de subir a bordo: las bebidas no están incluidas. Ni en las comidas ni fuera de ellas. Todo se paga aparte, y la cerveza era bastante cara, así que entre el calor y el cansancio de las excursiones, acabábamos tirando siempre de agua (embotellada, claro). Si te gusta acompañar las comidas con algo fresquito, tenlo en cuenta para el presupuesto.
El picnic de Abu Simbel
Y ahora, el momento bajo del crucero: el picnic para la excursión a Abu Simbel. Nos lo dieron la noche anterior porque la salida es de madrugada, y fue un drama. Un par de bocadillos de pan sequísimo, rellenos de queso y un embutido que no supimos identificar, un zumo industrial y una manzana. Sinceramente, daba pena. Si puedes llevar algo extra tú por tu cuenta ese día, hazlo. O al menos no te ilusiones con el picnic.
Navegar por el Nilo
Si hay algo que hace que un crucero por el Nilo sea tan especial, más allá de las visitas a templos o la comodidad de tenerlo todo organizado, es la experiencia de navegar en sí. Ver Egipto desde el río es algo que no se olvida.
La mayoría de los trayectos se hacen de noche, así que te vas a dormir en un sitio y te despiertas en otro completamente distinto. Es una sensación increíble: abres la cortina y de pronto estás frente a un paisaje nuevo, con el Nilo fluyendo al lado y las palmeras recortadas contra el cielo del amanecer. Casi sin darte cuenta, estás recorriendo el país desde dentro, de forma tranquila, sin maletas que arrastrar ni madrugones eternos para cambiar de ciudad.
Durante el día, si teníamos tiempo libre, nos encantaba subir a la cubierta por la tarde y darnos un chapuzón en la piscina (refrescante no, lo siguiente). Luego, sobre las cinco, servían té con gofres recién hechos en la zona del bar, y ese se convirtió en nuestro ritual diario. Imagínate: tumbona, taza de té, gofre calentito y el paisaje egipcio pasando lentamente delante de ti.
Otras veces preferíamos quedarnos en el camarote, abrir la ventana y tomarnos una cerveza mientras navegábamos. Son esos los momentos que más se nos han quedado grabados. En alguna ocasión incluso nos cruzamos con niños que se bañaban en el Nilo o nos saludaban desde la orilla, y no podías evitar sonreír como una tonta. Era como asomarte a la vida cotidiana de un país que se vive mucho más allá de los templos.
Y qué decir de los atardeceres desde la cubierta… No sé qué tiene la luz del Nilo a esa hora, pero es hipnótica. Te podías quedar ahí sentada, sin hablar, solo mirando cómo el cielo cambiaba de color mientras el barco avanzaba. Un espectáculo silencioso que vale más que muchas excursiones.
Así es un día a bordo: madrugones, templos… y merecidos chapuzones

Si estás pensando en hacer un crucero por el Nilo, te aviso: esto no es el típico crucero para descansar y dormir hasta tarde. Aquí el ritmo lo marcan los templos… y el calor.
Las excursiones se hacen siempre muy temprano por la mañana, normalmente a primera hora, para evitar las horas más fuertes de sol. Es madrugar, sí, pero tiene sentido: los templos están más tranquilos, hace menos calor y luego te queda el resto del día libre para disfrutar del barco.
Una cosa que nos encantaba al volver de cada excursión era que el personal del barco nos recibía con toallas fresquitas y un vasito de té de limón y menta. Puede parecer un detalle pequeño, pero después de andar bajo el sol egipcio, se agradece como si te estuvieran dando oro.
Después de eso, el día quedaba bastante libre, aunque no hay tanto tiempo como puede parecer. Entre la comida, la navegación, algún traslado, y lo cansado que vuelves de las visitas, el cuerpo te pide descanso. Aun así, esos ratitos de desconexión se disfrutan muchísimo.
¿Y qué se puede hacer a bordo?
Pues más de lo que imaginábamos. En nuestro barco había:
• Una tienda de souvenirs (perfecta para cotillear sin presión),
• Una joyería (donde siempre te ofrecen “el mejor precio solo para ti”),
• Un pequeño spa de pago, con masajes y tratamientos (nosotras no lo usamos, pero ahí estaba),
• Y una sala tipo discoteca, que por la noche se convertía en espacio de entretenimiento. Una de las noches incluso hubo fiesta de la chilaba, con música, bailes y risas aseguradas. Nada obligatorio, pero si te animas, te lo pasas bien.
Y lo mejor de todo, sin duda: la piscina en la cubierta. No es enorme, pero es más que suficiente para refrescarte, darte un chapuzón mirando el paisaje o simplemente tumbarte al sol mientras el barco navega por el Nilo.
Aunque el ritmo es más intenso de lo que uno puede imaginar, los momentos de relax se saborean más, y el equilibrio entre visitas y disfrute del barco está muy bien pensado.
Consejos prácticos para tu crucero por el Nilo
Después de haber vivido la experiencia, hay varias cosillas que te puedo contar y que ojalá me hubieran dicho antes de embarcar:
• Elige la mejor categoría que puedas permitirte. De verdad, aunque cueste un poco más, merece la pena. Los barcos tienen muchos años y se nota, así que si puedes estirar un poco el presupuesto, tu estancia será más cómoda.
• Lleva ropa fresquita y transpirable, pero no olvides algo de manga larga para protegerte del sol. En los templos el calor puede ser aplastante.
• Protección solar y gorro o pañuelo, imprescindibles. El sol egipcio no perdona.
• Evita el agua del grifo, y también las frutas y verduras crudas que puedan haber sido lavadas con ella. Sí, la famosa “diarrea del viajero” es real y mejor prevenir que pasarse el día buscando baños.
• No te fíes del café del barco, si eres muy cafetera, mejor llévate sobres del tuyo o asume que vas a tirar de té.
• Llévate algo de entretenimiento para los trayectos en barco, como un libro, música o cartas. Aunque no hay tanto tiempo libre, esos ratitos de navegación se disfrutan más si tienes algo a mano.
• Pregunta por las excursiones y horarios nada más llegar, así puedes organizarte y no perderte nada.
• Si tienes alguna intolerancia o preferencia alimentaria, coméntalo desde el primer día para que puedan adaptarse.
• Y por último: relájate y disfruta del ritmo lento del Nilo. No todo el mundo puede decir que ha recorrido Egipto viendo atardecer desde una piscina con vistas al desierto.
Pros y contras de hacer un crucero por el Nilo
Como todo en los viajes, también este tipo de experiencia tiene sus luces y sombras. Te dejo un resumen rápido por si estás en ese momento de decidir:
Lo mejor:
• Navegar por el Nilo y despertarte cada día en un sitio nuevo.
• Tener la comida y las excursiones organizadas.
• Las vistas desde la cubierta y los atardeceres.
• El ritmo de viaje relajado (cuando no estás de excursión).
• Lo cómodo que es no tener que cargar maletas ni preocuparte de traslados.
Lo menos bueno:
• Los barcos están muy usados, incluso en buenas categorías.
• Las bebidas se pagan aparte y no son baratas.
• Hay poco tiempo libre real, aunque lo que hay se disfruta mucho.
• El picnic del día de Abu Simbel… mejor ni recordarlo.
¿Merece la pena un crucero por el Nilo?
Sí, sin dudarlo. Un crucero por el Nilo es una forma única y muy cómoda de conocer Egipto, especialmente si es tu primera vez en el país. Aunque hay madrugones y algunas cosas mejorables (como el café, que ya hemos dejado claro que no vamos a perdonar), la experiencia de navegar por el río, ver templos milenarios y relajarte en cubierta mientras ves pasar la vida egipcia es algo que no se olvida fácilmente.
No es el típico crucero de tumbona y cóctel (aunque algo de eso también hay), pero tiene un encanto especial. Te permite descubrir el país sin estrés, con buena organización, y con momentos mágicos que te atrapan sin que te des cuenta.
Yo me quedo con los atardeceres, con los niños saludando desde la orilla, con los desayunos viendo el Nilo por la ventana y con esa sensación tan especial de despertarte cada día en un sitio nuevo. Si tienes la oportunidad, no lo dudes: súbete a un barco, déjate llevar por el Nilo y disfruta del viaje.