África, Egipto

Excursión al Pueblo Nubio: una experiencia auténtica en el Nilo

Si estás pensando en hacer la excursión al pueblo nubio durante tu crucero por el Nilo, te cuento cómo fue la experiencia desde mi punto de vista. Te aviso ya: tuvo momentos geniales y otros que nos dejaron con sentimientos encontrados, pero en conjunto fue una tarde bastante curiosa y muy diferente.

Paseo en faluca: relax total por el Nilo

La excursión empezó con un paseo en faluca, esas barquitas de vela tradicionales que parecen sacadas de una postal. Íbamos sentados, con la brisa del Nilo dándonos en la cara… un planazo, vamos. Es de esas cosas que parecen simples pero que te reconectan con el momento. Podías ir charlando, haciendo fotos o simplemente mirando el paisaje sin prisa, lamentablemente no hubo viento suficiente para disfrutar el paseo de forma original, así que íbamos remolcados por otro barquito.

Cambio de barco y música nubia en directo

Después de la faluca, tocó cambiar a otro tipo de barco (esta vez con motor) para cruzar hasta el pueblo nubio. Y ahí fue cuando empezó la fiesta. Los chicos que llevaban el barco pusieron música nubia, empezaron a cantar, a dar palmas… y claro, nosotros también nos animamos. Fue de esos momentos en los que no entiendes nada, pero te dejas llevar. Y oye, al final acabamos todos cantando y riendo, rodeados de palmeras y casas de colores a lo lejos. Sin duda fue el momentazo del día.

Tuk tuk por el pueblo: bienvenida a todo trapo

Nada más llegar, nos esperaban unos tuk tuks. Nos subimos y nos llevaron dando un paseo a todo trapo mientras cantábamos la misma canción que nos habían enseñado en el barco. Nos hicieron un recorrido por el pueblo hasta un mirador donde nos dieron un rato para hacer fotos y vuelta al tuk tuk hasta llegar a una casa típica nubia. Durante el trayecto ves un poco del día a día, con niños saludando, calles de arena y fachadas pintadas de colores intensos. Fue rápido, pero suficiente para hacerte una idea del ambiente.

La casa nubia: té, aperitivo y henna exprés

En la casa nos recibieron con un aperitivo típico (pan, salsitas, alguna cosa dulce, alguna picante…) y un té de menta que estaba bien rico, especialmente con el calor que hacía. El sitio tenía su encanto: muy colorido, con dibujos en las paredes, cojines por todas partes y ese estilo tan propio que te hace sentir lejos de casa en el buen sentido.

Había chicas haciendo tatuajes de henna. Por dos euros te pintaban algo rápido, eso sí: era casi en plan “te agarro la mano y a ver qué sale”. No era el lugar para elegir diseños complicados, pero si te apetece un detalle para el recuerdo, cumple.

Cocodrilos encerrados: lo que no nos gustó

Y ahora viene la parte que no nos convenció nada. En la casa tenían una jaula con cocodrilos pequeños que, según decían, eran para que los turistas pudieran hacerse fotos con ellos. Y no, no nos pareció bien. Entendemos que hay gente que lo ve como una “curiosidad local”, pero los animales estaban encerrados y claramente fuera de lugar. Lo digo porque es importante saber lo que te vas a encontrar.

Mercado local y vuelta con sabor a sandía

Después tuvimos un ratito libre para ver el mercado del pueblo, que es pequeño pero lleno de color. Hay puestos con especias, ropa, recuerdos y alguna que otra joyita si te manejas con el regateo. La gente es bastante amable, aunque te van a intentar vender lo que puedan (como en casi todo Egipto, vaya).

Y de vuelta al barco, nos recibieron con sandía fresquita recién cortada y agua bien fría, que con el calor egipcio fue gloria bendita.

Un bañito en el Nilo… sí, lo hicimos

Después de la visita al pueblo y antes de regresar al crucero, hicimos una parada en una orilla del río… ¡y nos tiramos al Nilo! Así, tal cual. El barco paró en una zona tranquila, donde el agua no cubría demasiado, y todo el grupo se animó a darse un chapuzón.

¿Estaba fría? Pues sí, un poco, pero con el calor que hacía, fue una auténtica maravilla. Es una de esas cosas que no planeas, pero que recuerdas siempre. Bañarse en el Nilo, con el desierto de fondo y el sol cayendo… fue la guinda del día. En nuestro caso nos avisaron el día de antes de la excursión para ir preparados con el bañador y la toalla.

¿Recomendamos la excursión al pueblo nubio?

¡Sí, sin dudarlo! Fue una de las excursiones más divertidas y diferentes del viaje. Lo pasamos genial desde el primer momento: música nubia en el barco, tuk tuks por el pueblo, el té en la casa tradicional, el chapuzón en el Nilo… todo acompañado de ese ambiente relajado que a veces se echa de menos entre tanto templo.

Además, te permite conocer un poquito de la cultura nubia, que es muy distinta a lo que se ve en otras partes de Egipto. Colores, tradiciones, gente amable… Se siente más cercano y auténtico.

¿Lo del cocodrilo enjaulado nos sobró? Pues sí, pero al final cada uno decide cómo quiere vivir la experiencia. Nosotros nos quedamos con lo bueno, que fue mucho, y nos fuimos con la sensación de haber vivido algo especial.

Si tienes tiempo, hazla. Es ese tipo de plan que le da un respiro al itinerario y te regala un recuerdo que no esperabas.

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