Asia, China

Choque cultural en China: lo que nadie te cuenta antes de viajar

Si estás pensando en viajar a China, déjame avisarte de algo: no estás preparado. Da igual lo viajado que seas, lo mucho que te guste probar cosas nuevas o que hayas sobrevivido a un regateo en Egipto o la comida picante de Tailandia. China te va a dejar con la boca abierta (y no solo por la comida).

Yo fui con la idea de templos, luces de neón y dumplings deliciosos… y sí, todo eso está. Pero entre medias, hay costumbres que te harán sentir en otro planeta. Así que aquí va mi guía para sobrevivir al choque cultural chino sin perder la sonrisa (ni las ganas de volver).

El silencio no se lleva

Si hay algo que define a los chinos, es el ruido. Pero no un poco: ruido nivel concierto de reguetón en primera fila. En el metro gritan al móvil como si el otro estuviera en otro continente, los guías van con megáfonos (aunque haya tres personas en el grupo), los vendedores te llaman a voces para que entres, y los vídeos se ven en el móvil a todo volumen.

Al principio pensé que era un mal día, pero no: es así. Ellos no lo ven molesto, simplemente viven alto. Si eres de los que busca silencio, te recomiendo unos buenos tapones o resignarte a que la paz interior en China no se escucha, se practica.

Los sonidos corporales son… libres

Voy a decirlo con elegancia: en China el cuerpo suena. Escucharás a la gente aclararse la garganta, expulsar lo que haga falta (sí, eso también) o dejar escapar algún gas sin el más mínimo pudor. En el metro, en la calle o en un ascensor.

La primera vez me quedé congelada, mirando alrededor esperando alguna cara de horror. Pero nada. Nadie se inmutó. Y ahí entendí que para ellos es algo natural, sin connotación desagradable. Lo que para nosotros es “¡tierra, trágame!”, para ellos es “ya está hecho”. Cuestión de costumbre.

En las tiendas no vas a estar solo

Entrar en una tienda en China es como tener una sombra. Da igual si es de ropa o de souvenirs: en cuanto pongas un pie dentro, alguien va a ir detrás de ti. Muy cerca.

Al principio pensaba que desconfiaban, pero no. Es su forma de demostrar atención. Están pendientes por si necesitas ayuda, otra talla o simplemente para animarte a comprar. Si la tienda está llena puede que te libres, pero si no, ya tienes acompañante.

Sonrisa, paciencia y, si puedes, entra con alguien más para repartir la presión.

Los baños, ese pequeño infierno

Ay, los baños chinos. Qué tema.
En los sitios turísticos y hoteles decentes puedes tener suerte, pero la mayoría son de cuclillas. Sí, el famoso agujero en el suelo. Si nunca has usado uno, te recomiendo practicar el equilibrio antes del viaje.

Y luego está la limpieza. Digamos que no siempre están en su mejor momento. Llévate siempre papel y toallitas, porque muchas veces ni eso hay. Yo acabé localizando McDonald’s y centros comerciales solo por sus baños. Instinto de supervivencia, básicamente.

Colarse es un arte nacional

Si haces cola, no te confíes. Da igual si estás en un templo, un tren o un ascensor: van a intentar colarse. Y lo hacen con una sonrisa tan amable que te deja descolocado.

No es mala educación, simplemente no lo viven igual que nosotros. Para ellos, si hay un hueco, se aprovecha. Yo al final aprendí a poner el codo en “modo defensa personal” y a mantener mi sitio. Todo con amor, eso sí.

La postura estrella: las cuclillas

Te vas a dar cuenta enseguida: los chinos se ponen en cuclillas en cualquier parte. En el metro, en la fila del parque, en la calle mientras esperan… y pueden estar así un rato largo.

Yo intenté hacerlo una vez y casi no me levanto. No sé si es genética o práctica desde pequeños, pero tienen una habilidad impresionante para mantenerse así tan tranquilos.

Regatear, siempre

En los mercados de China regatear no es opcional. Si te dan un precio, asume que es el doble o el triple del real. Ellos esperan que entres en el juego, y hasta se divierten con ello.

Mi truco: ofrece la mitad, sonríe, y si no bajan el precio, haz el amago de irte. Te aseguro que te llamarán y el precio caerá como por arte de magia. Es casi un baile.

El número 4 trae mala suerte

Fíjate bien: en muchos edificios no hay planta 4. Pasan del 3 al 5. La razón es que la palabra “cuatro” (四, ) suena muy parecida a “muerte” (死, ). Así que, por superstición, se evita usarlo.

Es su versión del número 13, y lo toman muy en serio. Incluso algunos hoteles o bloques de pisos saltan directamente ese número en los botones del ascensor.

El inglés, misión imposible

Y por último, algo que notarás enseguida: casi nadie habla inglés. Ni siquiera en muchos lugares turísticos. Pero no te preocupes, entre gestos, traductor del móvil y un poco de paciencia, todo se entiende.

A veces incluso acabarás riéndote con ellos intentando comunicarte, y esa complicidad acaba siendo lo mejor del viaje. La sonrisa universal nunca falla.

Cantan, bailan y hacen ejercicio… ¡en cualquier parte!

Una de las cosas que más me llamó la atención fue ver cómo los chinos disfrutan del ocio en grupo. Les encanta el karaoke, y no hablo solo de locales cerrados: los verás cantando en mitad de un parque con su altavoz y su micrófono portátil, tan felices y sin pizca de vergüenza.

Pero no se quedan ahí. En los parques también se reúnen para hacer tai chi al amanecer, bailar en grupo o jugar a las damas chinas durante horas. Es parte de su rutina diaria, y se nota que lo viven con gusto. Y la verdad, es contagioso: acabas mirándolos con una mezcla de sorpresa y admiración.

El mercado de solteros de Shanghái

Y luego está una de las cosas más curiosas que he visto en la vida: el mercado de solteros de Shanghái. No, no es una app ni un evento moderno, es literalmente un parque lleno de padres y abuelos buscando pareja para sus hijos.

Paseando por el Parque del Pueblo, verás cientos de papeles colgados con datos como la edad, la altura, el trabajo o incluso el sueldo de los candidatos y no suelen llevar foto. Tienen un claro objetivo: encontrar “una buena pareja” para su hijo o hija. Lo mejor es que los propios interesados, la mayoría de las veces, ni saben que sus padres están allí negociando su futuro sentimental.

Es una mezcla entre Tinder analógico y agencia matrimonial tradicional, y te prometo que te deja con la boca abierta. A mí me pareció tan surrealista como entrañable, una de esas cosas que solo puedes ver en China.

Lo que te espera si viajas a China

China no se parece a ningún otro sitio del mundo. Es intensa, caótica, fascinante y, a veces, agotadora. Pero justo por eso engancha tanto. Porque cada día allí te saca de tu zona de confort, te reta y te recuerda que viajar no es solo ver lugares bonitos, sino entender que hay mil formas distintas de vivir.

Así que si estás preparando tu viaje, quédate por aquí y sigue leyendo todo lo que tengo publicado sobre este país: desde la guía completa con consejos, hasta esos sitios que no te puedes perder en Hong Kong, Shanghái o Pekín entre otros. Prometido, después de leerlo todo, vas a llegar a China preparado para alucinar (y sobrevivir).

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