África, Egipto

El Cairo más allá de las pirámides

Cuando uno piensa en El Cairo, lo primero que le viene a la cabeza son las pirámides de Guiza. Y es normal, porque son una auténtica maravilla. Pero si te digo que la ciudad tiene muchísimo más que ofrecer, créeme que no exagero. El Cairo es un caos que engancha, una mezcla entre historia faraónica, arquitectura islámica, calles polvorientas, tuk-tuks esquivando a gatos, coches que no paran de pitar y rincones que no aparecen en las guías… y que te hacen sentir que estás en una peli.

En este post te cuento qué ver en El Cairo más allá de las pirámides, con recomendaciones basadas en mi experiencia, lugares que me sorprendieron (para bien y para mal), consejos prácticos y unas cuantas curiosidades que no te esperas. Desde barrios iglesias en cuevas hasta mercados llenos de vida y museos que albergan auténticos tesoros.

Si estás organizando un viaje a Egipto y te preguntas qué merece la pena ver en El Cairo, qué puedes saltarte o por dónde empezar a recorrer esta ciudad gigante, quédate por aquí.

El Barrio Copto: una cápsula del tiempo en mitad del caos

El Cairo es una ciudad ruidosa, intensa y un poco desordenada, pero de repente llegas al Barrio Copto y parece que alguien ha bajado el volumen de golpe. Aquí todo va más lento, las calles son peatonales, hay seguridad por todas partes y, lo más curioso, es que es uno de los lugares más antiguos de la ciudad… y también uno de los más tranquilos. Un milagro, vaya.

Este barrio es el corazón cristiano de El Cairo y donde, según la tradición, la Sagrada Familia se refugió cuando huyó a Egipto. Está lleno de iglesias antiguísimas (algunas excavadas directamente en la roca), callejuelas limpias y cuidadas, y un aire que no tiene nada que ver con el resto de la ciudad. De verdad que da gusto perderse un rato por allí, aunque sea solo para descansar del tráfico y los claxonazos.

Lo más especial, al menos para mí, fue que todo está muy cuidado, cosa que no pasa en la mayoría de zonas turísticas de la ciudad. Además, si vas en verano, agradecerás la sombra que dan los muros de piedra y los patios interiores, porque el calor puede ser bastante criminal.

La Iglesia de San Sergio y la Cueva de la Sagrada Familia

Dentro del Barrio Copto hay un lugar que me pareció especialmente emocionante (y eso que no soy especialmente religiosa): la Iglesia de San Sergio y San Baco, conocida sobre todo por esconder en su interior una pequeña cueva donde, según la tradición, la Sagrada Familia se refugió durante su huida a Egipto.

Y ojo, que cuando te digo “cueva” no me refiero a algo enorme ni espectacular. Es un espacio muy sencillo, con unas escaleras que bajan a una especie de cripta humilde, pero precisamente por eso tiene algo especial. Está oscuro, huele a incienso y silencio, y aunque no seas creyente, impresiona pensar que ese lugar lleva ahí siglos y siglos, resistiendo guerras, inundaciones del Nilo y todo el caos del mundo exterior.

La iglesia en sí también merece la visita: tiene una estructura de estilo basilical con columnas de mármol, techos de madera con forma de arca (como si estuvieras dentro de un barco) y una mezcla de elementos bizantinos y coptos que la hacen única. A mí me encantó porque no parece una iglesia al uso, tiene personalidad propia y se nota que ha sido restaurada con cariño.

Un detalle curioso que me llamó mucho la atención es una de las columnas que hay justo a la derecha de la entrada. Está protegida por un acrílico y tiene un cartel que explica algo muy curioso: en 1967, esta columna comenzó a sangrar. La historia dice que fue el Papa Cirilo VI quien apoyó su dedo sobre la piedra y, justo en ese momento, la “sangría” paró. Actualmente se pueden ver manchas oscuras que parecen sangre y una mancha más clara que correspondería al lugar donde el Papa apoyó su dedo. Un detalle que le da un aire casi mágico a este lugar tan lleno de historia.

Khan el Khalili: el bazar más famoso (y agobiante) de El Cairo

Si quieres vivir El Cairo a tope, no puedes perderte el Khan el Khalili, el bazar más famoso de la ciudad y uno de los mercados más antiguos del mundo árabe. Entrar aquí es como meterte en una película: calles estrechas, tiendas a rebosar de colores y olores, vendedores que no paran de insistir, y un reguero constante de gente local y turistas intentando encontrar ese souvenir perfecto o simplemente disfrutar del ambiente.

El bazar data del siglo XIV y originalmente fue un mercado de especias y productos exóticos. Hoy sigue manteniendo ese aire tradicional, aunque está mucho más enfocado al turismo. En sus puestos encontrarás desde joyería, alfombras, lámparas de latón, especias, perfumes, hasta café, té y dulces típicos. Ojo, que regatear es casi una obligación aquí; si no lo haces, el precio inicial que te ofrecen es un poco de broma.

Pero para los que, como yo, no llevan bien el regateo, hay una tienda que se llama Jordi donde el precio es cerrado y, sorpresa, no es caro. Así que si quieres evitar la presión de negociar, pero sin pagar un pastizal, ahí tienes una opción cómoda y con productos de calidad. Es uno de los lugares más conocido entre los turistas.

Lo más interesante no es solo lo que venden, sino cómo se vive el bazar. Los vendedores suelen ser muy insistentes (algo que puede llegar a agobiar, aviso), pero si te lo tomas con calma, es fácil dejarse llevar y disfrutar. Además, hay cafés tradicionales donde puedes probar un té con menta o un café árabe mientras ves pasar la vida caótica del mercado.

Consejo: intenta visitarlo temprano por la mañana o al atardecer, porque a mediodía puede ser un hervidero que agota, y por la noche algunas calles cierran. Y si quieres algo de tranquilidad, hay rincones menos concurridos que descubrir si te adentras en las callejuelas secundarias.

La Mezquita de Alabastro y la Ciudadela de Saladino

La Mezquita de Alabastro, también conocida como la Mezquita de Mohammed Alí, es uno de esos sitios que te dejan con la boca abierta, no solo por su belleza, sino por toda la historia que tiene detrás. Fue construida entre 1830 y 1845 en el lugar donde antes estaba la antigua ciudadela mameluca de El Cairo. Aunque no estuvo totalmente terminada hasta 1857, durante el gobierno de Mehmet Said, la obra ya apuntaba maneras desde el principio.

El arquitecto encargado fue Yusuf Bushnak, un turco de Estambul, que se inspiró para el diseño en la Mezquita Nueva de su ciudad natal. La construcción implicó demoler todos los edificios que estaban allí antes, y curiosamente, usaron parte de esos materiales antiguos para los cimientos de la nueva mezquita. Un buen ejemplo de reciclaje… ¡pero con siglos de antigüedad!

Un detalle curioso es que las planchas de alabastro, que le dan ese nombre y aspecto tan especial a la fachada, fueron retiradas antes de que la mezquita terminara para decorar el palacio de Abbás I. Para disimular esos “vacíos”, los muros se cubrieron con paneles de madera pintados para parecer mármol. Así que esa apariencia tan elegante tiene un toque de “trampantojo” histórico.

Con el tiempo, en 1899, la mezquita empezó a mostrar grietas, y aunque las repararon, no fue de la mejor manera. Por eso, en 1931, el rey Fuad I ordenó una restauración completa que terminó en 1939 durante el reinado de Faruq, devolviendo al edificio su esplendor.

En el patio de la mezquita está la tumba de Mehmet Alí, el fundador, que al principio estaba en un sarcófago de mármol de Carrara a la intemperie, pero en 1857 trasladaron sus restos al interior del templo, dándole un lugar más digno.

Otro detalle que me encantó es el reloj que hay en la torre noroeste del patio. No es un reloj cualquiera, sino uno que le regaló el rey Luis Felipe de Francia a Mehmet Alí entre 1836 y 1840. Para devolver el regalo, Egipto envió un obelisco del templo de Luxor a París, que ahora puedes ver en la plaza de la Concordia. El reloj es sencillo, nada ostentoso, pero lleno de historia y simbolismo.

Subir a la Ciudadela y pasear por la mezquita es un plan imprescindible, no solo por su arquitectura y su historia, sino también por las vistas panorámicas que ofrece: todo El Cairo desplegado ante ti, el Nilo serpenteando y las pirámides al fondo, recordándote que estás en una ciudad donde cada rincón tiene mil historias.

Si eres mujer no olvides llevar los hombros y las piernas hasta las rodillas cubiertas. En la entrada te van a hacer descalzarte o comprar unos patucos desechables de plástico para ponerlos sobre tu calzado.

Museo Egipcio de El Cairo

El Museo Egipcio de El Cairo, también conocido como Museo de Antigüedades Egipcias, es uno de esos sitios que tienes que visitar sí o sí para entender de verdad la riqueza y el misterio de la civilización faraónica, eso sí hazlo con un guia. Situado en la Plaza Tahrir, este museo fue inaugurado en 1902 y desde entonces ha sido la casa de más de 120.000 objetos que cuentan la historia de Egipto desde sus orígenes hasta la época grecorromana.

Lo primero que sorprende nada más entrar es la cantidad y variedad de piezas que tiene. Aquí encontrarás desde momias, sarcófagos, estatuas y joyas, hasta objetos cotidianos de la vida en el Antiguo Egipto. Es como si te teletransportaras miles de años atrás y pudieras tocar (con la mirada, claro) la historia en estado puro.

Sin duda, una de las joyas de la corona del museo es la colección de Tutankamón, con su espectacular máscara funeraria de oro macizo, que es probablemente la imagen más famosa de Egipto en el mundo. Pero no solo eso, también están sus muebles, armas, amuletos y todo un universo de objetos personales que fueron encontrados en su tumba intacta. En breve será trasladado al Gran Museo, así que infórmate antes de ir para ver donde está el tesoro.

El museo también tiene otras colecciones impresionantes, como las momias reales del Valle de los Reyes, piezas de arte faraónico, relieves, papiros y objetos que ilustran la vida diaria, la religión y las creencias de aquella época.

Eso sí, el museo tiene un encanto un poco “retro”: los pasillos son un poco caóticos, las etiquetas están mayormente en árabe e inglés, y las salas no siempre están organizadas de la mejor manera. Pero eso también le da un toque auténtico, como si estuvieras haciendo una exploración arqueológica por tu cuenta.

Consejo: intenta ir temprano, porque las multitudes pueden ser abrumadoras y el calor dentro no perdona. También es buena idea contratar un guía o audio guía para aprovechar al máximo la visita y no perder detalle.

Dato curioso: Aunque el Gran Museo Egipcio está en camino de convertirse en la gran atracción, el Museo Egipcio de El Cairo sigue siendo el corazón de la arqueología egipcia y el lugar donde se descubrieron muchas de las piezas que hoy se exhiben en todo el mundo.

Gran Museo Egipcio: el nuevo guardián de los tesoros faraónicos

El Gran Museo Egipcio (o GEM, como le llaman los que ya lo visitan) es la gran promesa cultural de Egipto y el museo más grande dedicado al Antiguo Egipto en todo el mundo. Está ubicado a los pies de las pirámides de Guiza, lo que ya de por sí es un escenario espectacular para una visita.

Aunque no esté aún al 100% abierto, algunas partes del museo ya se pueden visitar y, créeme, la espera ha merecido la pena. Aquí se están reuniendo más de 100.000 objetos arqueológicos, muchos de ellos que hasta ahora estaban guardados o en el Museo Egipcio tradicional de la Plaza Tahrir.

La estrella indiscutible será la colección completa de Tutankamón, que incluye la icónica máscara funeraria dorada, los sarcófagos y todo un arsenal de objetos personales que no solo impresionan por su belleza sino también por lo mucho que cuentan sobre la vida y la muerte en el Antiguo Egipto. En mi visita aún se encontraba a la espera de ser trasladado y se podía ver en el Museo Egipcio de El Cairo.

El museo no es solo una colección, sino también una experiencia moderna y pensada para el visitante: exposiciones interactivas, espacios amplios, mucha tecnología para que entender la historia sea sencillo y entretenido, y, por supuesto, aire acondicionado (bendito sea) para escapar del calor del desierto.

El edificio en sí es una maravilla arquitectónica: su fachada inclinada parece casi flotar sobre el desierto, y su diseño interior está pensado para guiarte por la historia faraónica de forma natural y fluida.

El Cairo es un caos fascinante que no deja indiferente a nadie. Entre sus calles llenas de historia, sus mercados coloridos, iglesias con secretos y museos que guardan miles de años de misterio, esta ciudad te atrapa desde el primer momento. Más allá de las famosas pirámides, que ya conoces bien por mi otro post, aquí te he contado todo lo que no te puedes perder para vivir una experiencia auténtica y llena de sorpresas.

Así que, prepara tus ganas de caminar, un buen calzado cómodo (créeme, lo vas a necesitar), y la mente abierta para empaparte de una cultura única. Y sobre todo, no olvides que lo mejor de El Cairo está en sus detalles: en la sonrisa de un vendedor, en el aroma del té, o en las historias que sus piedras parecen susurrar.

Si te ha gustado este recorrido, no dudes en contarme qué parte te llama más la atención o si tienes dudas para organizar tu viaje. ¡Nos leemos pronto con más aventuras!

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